A través de esta lectura, Husserl expresa que las categorías de “vivencia e intencionalidad” son esencias que los propios individuos vamos construyendo a partir de vivir experiencias en situaciones cotidianas, que nos llevan a construir percepciones, significados, ideas, juicios o valoraciones, de acuerdo a las características de cada situación.
Lo anterior se traduce de manera que, somos nosotros quienes realizamos la acción de darle significado a los fenómenos, sobre las esencias de los fenómenos empíricos o de las situaciones vividas para llevarlos al plano de la conciencia en la que le otorgamos un sentido, un significado.
Por otro lado, también nos hace mención de que la vivencia y la intencionalidad son dos categorías importantes ya que a través de ellas nos permite analizar, conocer y explicar el contenido de las experiencias, así como también el sentido de los significados que están presentes en la manera de conocer un hecho determinado.
Al entender esto es que podemos decir que toda vivencia tiene una intencionalidad, porque la vivencia es la experiencia de la que participamos con cada uno de los fenómenos y la intencionalidad se basa en la orientación mediante la cual el sujeto se aproxima al fenómeno, lo conoce y lo posibilita apropiándoselo.
Para dejarlo todavía más claro, nos define cada uno de estos términos de la siguiente manera: Vivencia, experiencia consciente de los sujetos sobre una determinada situación o fenómeno. Intencionalidad, orientación mediante la cual un sujeto se aproxima a un fenómeno, lo conoce y le desarrolla una consciencia particular de la cosa vivenciada.
Ambas categorías son funciones inherentes de la conciencia mediante las que ésta adquiere conocimiento de las cosas; son interdependientes y simultáneas, ninguna se da sin la otra, se incluyen dialécticamente pues toda vivencia tiene una intencionalidad y, ésta lleva implícita una vivencia.
El aprendizaje de la Historia se percibe a través de dos funciones inherentes a la conciencia del sujeto, y éstas son: la vivencia y la intencionalidad, que hemos venido analizando.
Por lo tanto, el aprendizaje de la Historia se debe trabajar al igual que las otras asignaturas, en las que uno como educador tenemos la obligación de tomar en cuenta los conocimientos previos de los niños, trabajando de una manera constructivista y teniendo la certeza de que los niños aun a su corta edad son capaces de aprender y que al llegar de un grado a otro traen sus propios conocimientos, los cuales debemos poner en conflicto para que se genere un nuevo aprendizaje.
Para hacer atractiva la Historia debemos terminar con aquel trabajo de forma tradicional que son resúmenes, resolución de cuestionarios cerrados, memorización de fechas, etc., tal como lo señala la lectura con las tres maestras que se mencionan, las cuales recibieron una educación en la que la asignatura de Historia resultó aburrida, tediosa. Y si esa manera no nos gustaba a nosotros como alumnos… ¿por qué repetirla con nuestros educandos?
En las entrevistas realizadas a las maestras Flor, Margarita y Violeta, se rescata su particular forma en que vivenciaron el aprendizaje de la Historia y las percepciones que se formaron de ella a partir de esas vivencias; es decir, construyeron su significado a partir de las vivencias y la intencionalidad.
Las vivencias por medio de las cuales crearon conciencia de la Historia, tanto de la maestra Flor como de la maestra Margarita, son similares. Hablamos de una formación tradicionalista, en la que lo único que aprendieron fue a aborrecer el estudio de la Historia, lo que procesó en su conciencia un significado de cansancio, esfuerzo e inutilidad, porque… ¿para qué aprender de algo que ya pasó?
Aunque la maestra Violeta también recibió una formación tradicionalista en el aprendizaje de la Historia, sus vivencias familiares cuando era niña le permitieron percibir a la Historia como algo agradable. Y a pesar de la enseñanza tradicional de sus maestros; la profesora Violeta aprendió la Historia a través de la narración, a través de la Historia oral.
La mayoría de nosotros, docentes, aprendimos Historia de una manera tradicional. Podríamos tomar el papel de las profesoras Flor y Margarita, y sí, todo nos resultaría más cómodo, pero no estaríamos cumpliendo el papel que como formadores tenemos.
Puedo decir que en mi práctica docente estoy intentando modificar mis representaciones ya que procuro implementar estrategias que permitan a mis alumnos encontrarle ese gusto a la Historia, y este curso me está permitiendo ampliar mi panorama de alternativas para lograr este propósito.
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